Por supuesto que me resulta interesantísimo, y si no fuese porque tengo aún un asunto que resolver (que tú y yo sabemos bien qué es) me hubiese volcado en esta senda. Vamos, que ni mucho menos la descarto, sino que antes tengo que solucionar esos cabos sueltos para no desconcentrarme y poder enfocarme lo suficiente para seguir avanzando en un camino tan arduo.
Y, por supuesto, me impresiona. No desde la desconfianza, sino con los ojos del niño que ven un milagro.