El sentimiento de culpa

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El sentimiento de culpa es una de las mayores cargas que puede llevar encima un ser humano, y probablemente una de las más injustas. Creo que hablar de ello puede ayudar a muchas personas.

Como seres humanos, la inmensa mayoría cometemos equivocaciones en algunas ocasiones con otras personas, y también otras personas cometen equivocaciones con nosotros. El problema está cuando estas personas nos resultan próximas, porque es algo que nos pesa y que nos impide avanzar. Ahí está la clave para nuestra transformación personal y para soltar lastre cuando ello es necesario. La culpa como sentimiento de deuda nos empequeñece y nos impide poder crear con la capacidad de amar que tenemos todos nosotros.

Muchas veces tenemos que mirar en nuestro árbol genealógico para entender qué es aquello que nos hace sentir culpa, porque puede ser algo que reconozcamos o algo inconsciente. Reconocer ese sentimiento es el primer paso necesario para su regeneración y sanación, viendo cuánto hay de cierto y cuánto de imaginario. Muchas veces ese sentimiento de culpa es simplemente imaginario, es decir, carece de base real, y con reconocer de dónde nos viene ya tendremos el problema prácticamente resuelto.

Voy a poner un ejemplo de ello: en ocasiones, por alguna razón vemos que nos sentimos en deuda con un ascendente de nuestro árbol genealógico (padres o abuelos) más allá de lo que es racional; cuando se da ese caso, hay varias cuestiones que analizar: si ello sucede con nuestros padres o, si bien, ello viene de generaciones anteriores. Digo esto porque suele ser fácil identificar estas cuestiones en la relación paternofilial, pero es más complejo cuando hablamos de ascendentes más remotos como pueden ser abuelos y bisabuelos, y mucho más si en un determinado momento tenemos que mirar parentescos colaterales (como tíos, por ejemplo). Por ello es importante el análisis de nuestro árbol genealógico para poder entender estas cuestiones y, si vemos que este sentimiento no es algo nuestro, resultará muy fácil seguir adelante en nuestras vidas.

Sin embargo, en otros casos la cuestión es más compleja porque se parte de un sentimiento consciente y real, por las razones que fueran. Si es así, quizás sí sean necesarias otro tipo de acciones. Si la persona se ve en condiciones y está a tiempo, puede llevar a cabo acciones para reparar lo que considera un desequilibrio y así sentirse mejor consigo misma. Desgraciadamente, no siempre se puede reparar la situación, y por lo tanto ahí entramos en el terreno de la necesaria autoaceptación porque, en todo caso, quien tiene este sentimiento no es alguien que carezca empatía sino que, por alguna otra razón, no ha podido dar en su momento la respuesta necesaria. En todo caso, es importante trabajar esta emoción para que no se convierta en una fuente de destrucción. Hay que pensar, y ello es importante, que no somos perfectos y que en la vida estamos constantemente aprendiendo; una clave importante es tomar las situaciones en las que hayamos fallado como un aprendizaje y no como una condena porque así podremos ser seres humanos más completos e integrados.

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