Más allá del miedo

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Articulo cortesía de Alicia Magaña

El tema del miedo es un gran tema, porque ofrece un sinnúmero de posibilidades para reflexionar, además de que todos sin excepción lo hemos sentido.

El miedo es una emoción que puede prevenirnos de una situación de peligro, pero también nos puede paralizar y evitar explorar y vivir la vida como en realidad la deseamos vivir.

Solemos esconder esta emoción detrás de otras como el enojo, la violencia, o la evasión, o de adicciones, con la intención de no llegar a sentir ese miedo a que duela en lo profundo, o a sabernos completa y absolutamente solos, o a saber que no existe nadie en la tierra que pueda ayudarnos. Ese dolor, soledad o desamparo, ese miedo a sabernos separados de nuestra fuente, es el miedo que buscamos no sentir, porque al tocarlo sentimos que no lo podemos controlar y lo disfrazamos con esas experiencias superficiales.

Sí, controlar es lo que hemos aprendido a hacer a lo largo de la vida, porque al ejercer control en nuestras emociones evitamos reconocerlas y sentirlas como son, y las emociones controladas, es decir, reprimidas dentro nuestro, agreden a nuestro cuerpo convirtiéndose en enfermedades y actitudes negativas que nos lastiman a nosotros y también a los que nos rodean. También de otra forma en la que saltará en algún momento será en una FOBIA.

La fobia, según la Real Academia Española es: Aversión obsesiva a alguien o a algo y/o temor irracional y compulsivo.

Los seres humanos viven experiencias en la infancia que en muchas ocasiones son difíciles y dolorosas, y que por la perspectiva que el niño tiene cuando las está viviendo lo impactan fuertemente. A esa edad no tiene herramientas para afrontar esas experiencias dolorosas y las aborda desde el miedo profundo de creer que puede perderlo todo (incluso la vida), sumando que, el niño por naturaleza cree que el mundo gira alrededor de él, por lo tanto pensará que lo que pasa por doloroso que sea es culpa suya. Esta experiencia dolorosa lo llevará a proteger eso que duele, y para ello desarrollará creencias y patrones adicionados con miedo, que lo limitarán y se anestesiará para evitar sentir dolor.

De esta manera cada persona comienza a formar su sistema de creencias, y sin darse cuenta, a poner protecciones para no ser lastimado. Y todos recurrimos a una de las mejores protecciones: olvidar los eventos más dolorosos, (es decir no tener la información en la mente consciente, no poder recordarlo).

El hecho de que el adulto guarde estos sucesos en su subconsciente y no los recuerde, no hace que los destierre, por lo que en el momento menos esperado, algo pasa en la vida de esta persona relacionado con aquella experiencia, que conecta directamente con la emoción de aquel evento de la infancia y lo vuelve a recordar con la fuerza con la que lo vivió de niño y en el momento que llega de golpe a la memoria consciente se vive como un miedo irracional y compulsivo, es decir como una fobia.

Entonces, ahora, cada vez que la persona adulta esté en una situación que le recuerde ese evento se le detonará el terror por la situación. Estas experiencias adquieren total poder en sí mismas, de tal modo que la persona pierde la cabeza y el control aterrándose cuando se contacta con su fobia.

Lo único que pretende ese temor exacerbado es mostrar en dónde debería de ponerse atención y buscar, si la persona indaga en su historia, seguramente va a recuperar una pieza importante del recuerdo y encontrar la relación entre la fobia y alguna experiencia que está conectada a un dolor muy profundo y que se ha convertido en un miedo desmedido (protección) con tal de no desenterrar la experiencia que amenazaba profundamente a un pequeño de cierta corta edad, pero que ya en la edad adulta, se podría comprender y resolver. Esto sucede porque se sigue viendo con la perspectiva del niño, entonces hay que ir a ese momento a resolverlo, para poder darle al niño una nueva propuesta y que el adulto se libere de la carga y el poder que a la fobia se le ha asignado y que lo domina totalmente, trascendiéndolo una vez que la energía se libera de la experiencia misma.

Los miedos, sean exacerbados o no, son sentimientos que nos alertan ante un peligro o una emoción más profunda que no estoy queriendo tocar. Si honro mis emociones; las respeto y las reconozco, es más fácil dejarlas fluir y así ya no me dañarán por dentro.

El miedo siempre será el aviso que me estoy alejando de la energía del amor .Desde el miedo cualquier experiencia es un infierno y un riesgo de dolor y sufrimiento; desde el amor, una experiencia es una aventura, que irradia entusiasmo y placer por crecer y evolucionar.

Aprendamos a reconocer nuestro miedo como un aliado, y un consejero, ¡dejemos de verlo como el enemigo a vencer!

Imagen cortesía de Kai Schreiber
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