Amarres de Amor con Magia Blanca
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 LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL

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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL    LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:07

De forma similar que una célula crece gracias a la absorción de sustancias nutritivas y desarrolla su identidad a expensas de otros, el ser humano se ha hecho individuo gracias a:


1º.- Los impactos externos que recibía en la época en que era inconsciente del mundo externo.

2º.- Al desarrollo de las emociones y de la razón como respuestas que surgían de su interior.


Actualmente seguimos desarrollándonos gracias a los sentidos, a los deseos, a las emociones, a la mente y a la voluntad pero hay un aspecto en nuestra naturaleza que quizás no se le dé la importancia que merece, este es la emoción. El cuerpo de deseos o emocional nació antes que la mente y eso hizo que nos sintiéramos tan atraídos por lo material durante y después de la muerte, pero desde entonces y a partir de obtener la razón hemos ido desapegándonos cada vez más de lo que nos rodea gracias a las leyes de Consecuencia (karma) y a la de Atracción y Repulsión. La ley de Atracción y Repulsión no sólo actúa después de la muerte purificando la materia del cuerpo de deseos, sino que también actúa en la propia vida, por ejemplo, atrayendo hacia nosotros a otro ser para extraer algún beneficio pero a la vez rechazando otros aspectos para no ser absorbidos por ellos o para que no nos perjudiquen. Pero, como ocurre en el mundo de deseos después de la muerte, la atracción prevalece y tiene un papel más importante para nuestro desarrollo puesto que la atracción tiene su origen en el amor y es la base para que haya unión en la familia, nación o raza.


También hubo una época pasada en que la procreación fue asexual pero cuando las jerarquías superiores (guías de la humanidad) dividieron a aquel ser en dos sexos (cuando se obtuvo la razón y la conciencia del mundo físico) comenzó a actuar la atracción o deseos y la repulsión más de lleno en él. Esta nueva etapa dio comienzo al trabajo interno individual por medio de los deseos y las emociones, para dar paso a las virtudes y los defectos que llevarían a que la mente diferenciara un no-yo (lo que no consideraba como propio) y un yo donde se incluía ellos y sus deseos, emociones y pensamientos (hoy se considera a todo eso el no-yo en comparación con la voluntad y la consciencia que observa a la mente pensante)


El ser humano evoluciona gracias, entre otras cosas, al renacimiento en diferente sexo, y esto es así porque el deseo, la atracción y las emociones son diferentes según cuál sea el sexo. Lo mismo que el egoísmo es la ley de la materia en sentido involutivo y el altruismo es la ley del Espíritu en el evolutivo o que el amor es bueno y el odio es malo, así mismo es diferente el papel de la madre que siente devoción, sentido del deber y preocupación por sus hijos que el padre que sólo se preocupa de sus deberes laborales y los asuntos burocráticos de la familia.


La familia (grupo de notable emocionalidad entre sus miembros) comienza a formarse por la atracción del sexo y es el primer lazo que, junto a los hijos, forman una unidad social basada en la emoción de amor entre los padres y de éstos hacia sus hijos. Naturalmente que dependiendo de la armonía que haya en sus relaciones (amor u odio y sus emociones derivadas) así será la felicidad y los beneficios que les lleguen. De aquí que se diga que podrá obtener mayor beneficio quien domine las emociones y sepa que no son estrictamente suyas sino que proceden de su cuerpo emocional y de la relación del yo y del no-yo. Por lo general las emociones las ponen en actividad los impactos y contactos externos a los que responde la consciencia, estando la felicidad unida a la conciencia y el placer (el sufrimiento) relacionado con la acción del cuerpo emocional según responda al mundo externo el yo como consciencia.


Cuando hablamos del cuerpo de deseos es como si dijéramos que hablamos del cuerpo emocional puesto que los deseos son, al fin y al cabo, emociones y al contrario, por tanto, hay un deseo de unión al objeto que causa placer y otro deseo de separarnos de todo lo que nos cause dolor, es decir, en nosotros están activos siempre los principios de “atracción” y “repulsión”, de “amor” u “odio”, de “felicidad” o “tristeza”, etc. como emociones personales. El amor o deseo de unión implica la conciencia de que cada individuo es, en esencia, uno con los demás y de que algún día formarán el Todo; el significado del odio está relacionado con el no-yo, con la materia, con la separatividad y con los demás no-yos. No obstante, la conciencia se desarrolla gracias a los tres siguientes aspectos: Conocimiento, (por la mente) deseo, (por el cuerpo emocional) y acción (por el cuerpo físico) y, aunque predomine siempre alguno de ellos, los otros van desarrollándose a la vez. Recordemos que:


1º.- Hemos pasado por unas etapas de inconsciencia individual similares al mineral, al vegetal y al animal para alcanzar la humana.

2º.- Que hemos adquirido la autoconciencia como individuos, de donde surge el sentimiento de separatividad de las otras personas.

3º.- Que en un futuro alcanzaremos la conciencia colectiva donde se reconocerá la unidad del yo superior con los demás Yos de la humanidad.


Pero mientras eso llega tenemos que vivir en un cuerpo físico (la envoltura o cuerpo más denso y más externo) y en otros de materia más sutil e internos donde la mente se identifica con los deseos y emociones y éstos con la acción sintiéndonos atraídos por lo que nos causa placer y rehuyendo de lo contrario. Estamos en una etapa casi puramente física donde apenas razonamos porque las emociones y los deseos nos dominan y nos crean conflictos internos. No obstante, algunos ahora y todos progresivamente, lo iremos superando a partir de darnos cuenta de que nosotros no somos los cuerpos ni la mente. Cuando se estudian los efectos de dejarse llevar por los deseos y las emociones es cuando tomamos conciencia de que es necesario que haya un control sobre este cuerpo emocional y de que las emociones juegan un papel muy importante en nuestro desarrollo y etapa actual.

Cuanto más se exteriorizan la consciencia, la imaginación y los deseos inferiores más separatividad y resistencia mutua hay, y cuanto más se interiorizan y se elevan, menor es el sentimiento de separatividad porque la materia de nuestros vehículos se purifica y espiritualiza. Cuando la vida es tan complicada como hoy lo es para muchos (conflictos, separatividad, odio, deseos dominantes, etc.) y se sufre, el Yo superior va cambiando y va razonando los polos opuestos emocionales, haciéndose así más intelectual. El próximo estado de conciencia de la época actual es la autoconciencia como Ego (Alma o Yo superior) donde es plenamente consciente el individuo de que él no es su cuerpo, ni su mente, ni sus pensamientos, actuando en cada momento conscientemente de lo que piensa, siente y hace. De este estado pasaremos a otro aún muy lejano donde seremos el propio Ego en acción consciente pero sin perder la quintaesencia de lo que fuimos como personalidad renacimiento tras renacimiento.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL II   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:08

Dejando a un lado el futuro, volvamos al tema que nos ocupa. La personalidad está compuesta de mente (conocimiento) deseo o emoción, y acción, tres aspectos inseparables pero no revueltos como podemos comprobar al saber que:



1º.- Un impacto externo que nos llega a través de los sentidos puede crear una reacción física, un deseo o emoción y un pensamiento.

2º.- Un pensamiento propio puede crear una emoción o deseo y después pasar a la acción.

3º.- Una emoción o deseo puede poner en acción al cuerpo físico y al de deseos o emocional.


Evidentemente, podemos llegar a la conclusión de que el control de la mente obtiene el dominio del cuerpo físico; el control del cuerpo físico (la palabra, reacciones instintivas, relajación, ejercicios físicos) ayuda en gran medida al gobierno de la mente y al del cuerpo emocional; y el control de las emociones ayuda al gobiernos de los otros aspectos e incluso al desarrollo espiritual como ya veremos. Sin embargo, estos tres aspectos no podrían ser tal si no existiera el Yo superior en su manifestación como voluntad y como conciencia. El Yo o Ego está envuelto en sus recuerdos o pasado y en sus esperanzas o futuro para la mayoría de las personas, pero son pocos los que, autoconscientemente, actúan en cada momento presente sobre dichos tres aspectos. No nos olvidemos que tan importante como el Ego es el no-yo (sus vehículos y el mundo externo) ya que sin éste no-yo habría evolución, sin embargo, esa evolución se hace más rápida si hay un perfecto gobierno sobre el no-yo.


La propia evolución ha llevado al hombre a intentar conocerse cada vez más y se ha dado mucha más importancia a la investigación de los sentidos y de la inteligencia que al Yo, y al contenido de la mente que a la mente misma. Sin embargo, tan importante como eso es para el desarrollo del hombre el estudio y control de las emociones y deseos (amor-odio, virtud-defecto, placer-sufrimiento) que son los órganos motores de los sentidos y de la mente. De hecho, mientras no se descubran y se profundice en estos aspectos no nos podremos acercar al verdadero Yo desde las más puras emociones y anhelos. Cuando se obtiene el control de las emociones se hace posible educarse uno mismo consciente y voluntariamente respecto a las más nobles y elevadas virtudes así como respecto al abandono de los más bajos defectos.


La vida consiste en desarrollar las posibilidades relacionadas con las emociones, deseos y sentimientos, porque toda acción, movimiento, palabra, etc. expresan o representan a algún deseo o emoción dominante. Recordemos que la emoción es el deseo de un Yo respecto a otro de alguna de las siguientes maneras: Primero, unirse a él voluntariamente siendo consciente de su capacidad de intercambiar objetos de sensación en todos los sentidos, y segundo, separarse siendo igualmente consciente de todo lo contrario pero de forma involuntaria. Es decir, la emoción implica el deseo de un Yo superior por unirse o separarse de otro respecto al posible xxxxxx de placeres y causas de sufrimiento siendo esto de forma voluntaria. La emoción, como cualquier otro aspecto de vida en el ser humano, se manifiesta de dos maneras:


1º.- Como deseos inferiores relacionados con la zona purgatorial en el estado post-morten.

2º.- Como deseos superiores o anhelos que reflejan conocimiento espiritual y que se relacionan con el estado celestial post-morten y con la intuición.



La cantidad de fuerza emocional se relaciona con la capacidad mental pero, de una forma u otra, la emoción debe expresarse en algún sentido, sea como movimientos, palabras, gestos, hechos imaginarios o bien transformados en otras de naturaleza superior. Cuando en la memoria hay restos de experiencias anteriores surge determinada emoción como respuestas a algo que nos llega, por ejemplo, al ver un mal trato de una persona hacia otra puede surgir el deseo o la emoción de intervenir con violencia o físicamente. Pero, si no hay experiencias de esa índole guardadas no hay respuesta emocional y solo se general pensamientos que pueden o no llevar a la acción. Lo que nos viene a demostrar que cuando somos conscientes de lo que piensa nuestra mente podemos crear los pensamientos adecuados y no desperdiciar energía con esas emociones incontroladas.


Decimos que las emociones son deseos en sentido de desear vivir eternamente cómoda y placenteramente o de rechazar cualquier situación que nos cause sufrimiento. La satisfacción o no del deseo implica placer o sufrimiento como efecto en lo que llamamos estado de ánimo. Por tanto, no es lo mismo el deseo o emoción que lo que se deriva de ello como placer o sufrimiento. Sin embargo, los primarios deseos o emociones tienen su origen en la doble polaridad de atracción-repulsión o amor-odio, representando la atracción y el amor que la unión con otro objeto trae como resultado el placer. Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor: Cuando un recién nacido se amamanta por primera vez satisface el deseo de nutrición para así poder sobrevivir, lo que, a su vez, causa placer y crea el especial deseo por la leche. De esta forma podemos comprobar que para que haya atracción tiene que haber una previa experiencia de placer y que, a partir de ahí, habrá un recuerdo de dicha experiencia más la esperanza de que en esas mismas circunstancias se vuelva a revivir el mismo placer.


Por consiguiente, habrá “deseos” para que se vuelvan a reproducir esos hechos que causan placer por medio de la unión del sujeto con el objeto (hijo-madre) De ahí que el resultado sea la afirmación de que una emoción es un deseo con el añadido del conocimiento adquirido de esa relación. Razonando esto un poco más, nos daremos cuenta de que del placer se puede derivar la atracción y el gusto, y que del sufrimiento surgirá la repulsión y el disgusto. Por tanto, la actitud del Ego respecto al placer es de deseo, gusto o atracción para acercarse a ello y de aversión, disgusto o repulsión con tal de separarse de ello respecto a lo que causa sufrimiento. De ahí que hayamos dicho que las consecuencias del placer son el deseo de abarcar, tomar o absorber el objeto que causa placer y el deseo de rechazar o eliminar el objeto que causa sufrimiento; por tanto, el deseo de unirse a un objeto entra dentro del concepto de amor, y el deseo de separarse en el del odio. Estos dos conceptos nunca podrán estar juntos y sin embargo dependen uno del otro, lo que no impide que en un futuro sí se puedan transmutar, como por ejemplo, el odio en amor, las tinieblas en luz, el sufrimiento en felicidad o la impureza en pureza.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (III)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:09

Ya hemos visto cómo el deseo se puede expresar de dos formas, una como atracción para unirse o poseer un objeto que anteriormente le causó placer y otra como repulsión para rechazar el contacto con algo que anteriormente le causó sufrimiento. Estas dos formas son las que puede y debe dominar el Ego para que, en el control de su cuerpo emocional, pueda transmutarlas. Pongamos un ejemplo: Dos personas que se aman se sienten dominadas por la droga hasta el punto de robar para buscar dinero para comprarla; el constante deseo por la droga es fuerte pero si uno de ellos cae enfermo y necesita del otro, casi seguro que la emoción o deseo por la droga podría cambiar por la de compasión, sacrificio u otras similares hacia el otro. Esto es, la permanente atracción de una por la otra, junto al recuerdo del pasado, más la esperanza futura, transmutaría el deseo en emoción y la pasión en amor, lo que se uniría al carácter del que se sacrifica por la otra persona enferma como una virtud a la vez que dicha virtud le servirá a éste para auxiliar o sacrificarse por otras personas en un futuro. Cualquiera de nosotros puede comprobar en su vida lo que hemos expuesto. La pasión por algo negativo o de otra persona se puede transformar en una emoción de amor cuando determinadas circunstancias obligan, y el amor se puede transformar en ternura y compasión en otros muchos casos como cuando una madre observa a su hijo enfermo a través de un cristal que le impide tocarle.



Teniendo ya una pequeña idea del papel que hacen el placer y el dolor respecto a la atracción y a la repulsión, ahora veamos cómo funciona todo esto respecto a las Almas y al poder y capacidad para atraer, rechazar y hacer cambios entre superiores, iguales e inferiores. Se suele considerar “superior” al Ego que atrae a otro hacia sí mismo e inferior al que se siente atraído, pero si en dos personas hay deseo de unión o amor por el objeto amado (por el contrario) y ambos se atraen (o ambos necesitan de alguna cualidad del contrario) quedan en igualdad y en armonía. En este caso a cada uno le falta algo que tiene el otro y por eso se produce el equilibrio entre ellos gracias a la unión amorosa. Pero cuando un Ego encuentra en otro las cualidades que le faltan se considera inferior, sin embargo, según se vallan satisfaciendo esas necesidades, el inferior se irá igualando al superior y formarán la unión.


Esto ocurre todos los días entre las personas y es un claro ejemplo de lo que debería ocurrir para que haya más armonía, equilibrio y amor entre nosotros, sobre todo en el hecho de que el superior ayude al inferior. Pero ¿qué puede sacar o por qué puede verse atraído el superior respecto al inferior? (naturalmente que estamos hablando de superioridad e inferioridad desde el punto de vista terrenal y no espiritual) Además de que cada Ego renace entre otros para que sus experiencias sean variadas y para mantener el equilibrio dentro del Plan de Dios, está claro que determinadas personas sienten placer al ayudar a otros a ser felices y a progresar (además de sufrir por el dolor ajeno) y este sería y no otro el motivo de la atracción.


El amor tiene varios aspectos emocionales, por ejemplo, la benevolencia y la veneración; la benevolencia es el amor de un superior hacia otro inferior o más débil y la veneración es al contrario, por eso se considera una forma de amor entre superior e inferior. Este es el caso de los padres respecto a los hijos, los padres muestran y dan cariño, protección y comprensión a sus hijos y éstos responden con fidelidad, gratitud y confianza hacia sus padres. Evidentemente que, según pasen los años y cambien las circunstancias, cambiarán las emociones y entonces es muy posible que los padres se muestren generosos, tolerantes y pacientes a la vez que los hijos se hacen obedientes y respetuosos. El amor entre la mayoría de las parejas estables y entre hermanos es de igualdad porque hay deseo de complacer, cariño, respeto, confianza, deseo de ayudar, etc. entre ellos. Así es que, dentro de que las relaciones amorosas se producen entre superiores, iguales e inferiores, el amor se divide en benevolencia, mutua ayuda y respeto.


Analicemos un poco más el odio en sus aspectos de superioridad, inferioridad e igualdad. Generalmente, el odio se caracteriza por el egoísmo o deseo de recibir y por la antipatía, lo que se suele manifestar a modo de daño mutuo, temor o desprecio por su naturaleza de repulsión o de separación. Cuando hay odio entre superiores e inferiores, como por ejemplo en el matrimonio, el superior se muestra duro y cruel como los dictadores contra el que temporalmente es débil, pero este último es muy posible que manifieste temor, y como efecto, rencor y ánimo de venganza. Un caso similar entre un padre y un hijo haría que el hijo (impotente contra el padre) sea cobarde e hipócrita en la infancia y desobediente, rebelde y rencoroso en la adolescencia. El odio entre iguales conlleva agravio mutuo con emociones como el menosprecio y el miedo. Respecto al amor, todas sus manifestaciones se caracterizan por la abnegación, el deseo de dar y la simpatía en sus diferentes aspectos de mutuo auxilio, veneración y benevolencia, ya que todos tienen una relación directa con la atracción que unifica. Esta naturaleza unificadora representa al amor, el cual es representativo del propio Espíritu individual y universal.


En un párrafo anterior hemos visto cómo dos personas se pueden sentir atraídas emocionalmente de diferente forma con el fin de que haya unión y armonía, pero como cada uno de nosotros estamos en un diferente nivel evolutivo emocional y mentalmente, no siempre es así. Generalmente, las personas que emocionalmente se manifiestan claramente respecto al amor o al odio, aumentan el poder de alguno de ellos cuando les llegan emociones de otras personas; pero en los que no manifiestan ninguno de los dos claramente pueden unirse a otras emociones similares que la persona tenga. En un caso la bondad de uno sobre otro ayudará a generar benevolencia, humildad y amor, y cualquiera de estas tres sobre otro generará a las otras dos. En sentido contrario, un individuo orgulloso y prepotente que oprime o menosprecia creará maldad, temor o incluso ánimo de venganza en el que sufre su acción.


Si esta misma persona prepotente y dictatorial actúa así sobre otra que es superior a ella estimulará y aumentará dichas emociones de menosprecio, opresión y maldad; sin embargo, si fuera sobre una persona similar, es posible que solo estimulara la emoción de la ira o la contrariedad respecto a lo que le está pasando. En las personas vulgares, el amor genera amor y la ira genera ira, quedando ambas personas por igual. En el caso de una persona más evolucionada las vibraciones emocionales bajas de otro poco evolucionado suelen generar emociones positivas como bondad, compasión y amor. La benevolencia de una persona puede producir bondad, amistad y piedad en otra, pero quien manifiesta odio y egoísmo producirá menosprecio, ira o cierto temor suspicaz.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (IV)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:09

Está claro que si nos analizáramos y auto-observáramos seríamos más conscientes de cómo sentimos y reaccionamos, lo que nos ayudaría a cambiar emocionalmente en la línea que estamos comentando para no hacer o estimular el mal en los demás. Si nuestra actitud respecto a otro crea temor es lógico que ese otro tenga desconfianza, disgusto o menosprecio hacia nosotros lo que, a su vez, puede generar en nosotros el pensamiento de que el otro nos quiere dañar o perjudicar de alguna manera. Es decir, si nuestra actitud negativa crea temor en los demás, es fácil que generemos rechazo, ira y enfados, lo que a su vez, repercutirá sobre nosotros como efecto aumentando así nuestra maldad o incluso llevándonos al enfrentamiento.



Con las emociones ocurre como con los pensamientos, que cuanto más vueltas se da a una idea más poderosa se hace y se puede convertir en la gota que colma el vaso y nos obligue a pasar a la acción. Las personas que temen a otra porque se sienten oprimidos o amenazados están multiplicando calladamente el poder de las emociones de insolencia y represión hasta que llega el momento en que explotan y pasan a la acción. Así, podemos observar a personas débiles que no pueden más y revientan amenazando, insultando o injuriando para luego quedarse en nada, o personas con carácter y poco evolucionadas que pueden llegar a agredir seriamente para demostrar que son fuertes y malvados.


Las personas más evolucionadas utilizan la razón y la intuición para manifestar las emociones que correspondan en cada momento de su vida. En este sentido, cualquier persona normal se expresará con más delicadeza con los que trata poco que con los que trata mucho tiempo y que causan roces o malos entendidos; lo que no ocurre con los más evolucionados que intentan manifestar emociones positivas tanto con unos como otros. Estos hechos los producen no solo los más evolucionados sino también los estudiantes de ocultismo avanzados o aspirantes espirituales. Los que estudiamos las enseñanzas ocultas sabemos que las vibraciones de un aura se ponen en contacto con las de otra; que los pensamientos de una persona alcanzan e influyen en la mente de otras que estén en sintonía; y que las vibraciones emocionales actúan de igual forma en los cuerpos emocionales de los demás quedándose allí e influyendo sobre la mente para que responda o reaccione. Esto suele ocurrir, sobre todo, cuando la persona receptora está en sintonía con lo que recibe, si no es así, las vibraciones emocionales le alcanzarán pero el efecto no será tan notable. Por otro lado, si la persona receptora tiene más carácter e individualidad, es muy posible que sus emociones cambien las que le llegan.


De acuerdo con lo expresado, a una persona bondadosa, equilibrada y pacífica (consciente de estos conocimientos) que le lleguen vibraciones emocionales (por ejemplo de ira) de otro que tiene al lado, emitirá emociones de paz, amor o similares para que le afecten y así pueda razonar la situación. Los efectos de las emociones en el común de la humanidad son de derroche de energía, de impulso y de engaño sobre la mente y, por tanto, de debilidad en general y poco razonamiento. El cuerpo de deseos o emocional está relacionado por un lado con el instinto del pasado y por otro con la mente o razón que le llevará a desarrollar la intuición. Sin embargo, la razón se suele ver engañada por este cuerpo que quiere aparentar muchas veces ser la intuición, de aquí que hay quien opine que las mujeres son más intuitivas y emocionales. De cualquier forma es la mente la que se debe imponer sobre las emociones y los deseos porque las decisiones razonadas suelen tener más de verdad que de engaño; lo que no quita que las emociones sean una especie de fuerza impulsora que nos es muy útil para progresar.


En realidad, las ideas y las emociones deberían estar unidas y controladas por la consciencia para que su manifestación sea siempre positiva. Quien aspira a conocer la verdad y a desarrollar las virtudes espirituales debe ser intransigente con las pasiones, deseos y emociones personales; es más, ni siquiera las propias aspiraciones deberían ser deseadas con pasión o ardor excesivo porque el mismo deseo apasionado será un impedimento para conseguirlas. Son las emociones superiores como el amor y la compasión las que deben ser cultivadas porque nos pueden acercar al Espíritu. Mejor que el entusiasmo religioso o personal es la serenidad, el equilibrio interno y la bondad; mejor que dejarse dominar por cualquier emoción es el análisis frío y razonado de la mente a la luz de las leyes espirituales que llevan a la iluminación.


Hemos visto cómo en una familia es más fácil que haya amor entre sus miembros que no odio, lo que casi ocurre al contrario cuando cualquiera de esos miembros sale del círculo y se relaciona con otras personas, pues en estos casos es el odio el que más se manifiesta en sus muy variados aspectos. Esto obliga a preguntarnos ¿Cómo podemos convivir así? A lo que respondemos: “gracias a las virtudes y defectos que se derivan del amor y del odio”. La emoción derivada del amor que trae armonía en un círculo familiar es una virtud entre el resto de las personas porque la virtud surge del amor y tiene como fruto la felicidad. Por el contrario, la emoción que se derive del odio y que traiga discordia y enfrentamiento es un defecto cuando se practica con los demás.


De estas palabras se deduce que las virtudes y los defectos son permanentes aspectos mentales relacionados con el deseo pero capacitados (por lo general) para guiar nuestros actos respecto a los demás. En las virtudes hay emociones de amor y en los defectos los hay de odio. Así el amor que en un pequeño pero íntimo círculo es amistad, bondad o cariño se puede convertir en deber, protección, compasión o ternura. En sentido contrario, cuando en un grupo la ira y el desprecio pasan de ser temporales a habituales se convierten en defectos derivados del odio o de la maldad. Basándonos en estos conceptos podemos decir que es una persona virtuosa es la que se comporta con los demás como desea que se comporten con ella de acuerdo al amor, y que es un hombre con defectos el que trata a los demás como a él no le gusta que le traten según el concepto del odio.


Cuando observamos y razonamos intelectualmente el mundo y sus infinitas relaciones nos damos cuenta de que la armonía trae felicidad y que la oposición discordante trae desarmonía y sufrimiento. Entonces surgen en nosotros ideas y deseos de crear armonía para que haya felicidad en el mundo. El propio desarrollo por medio de estas ideas y deseos nos lleva a comprender que estamos dentro de un plan evolutivo y que si colaboramos con las leyes universales obtendremos paz y felicidad como efecto de la justicia divina; lo que significa que lo contrario trae miseria y sufrimiento. Por tanto, está claro que el hecho de colaborar positivamente con la naturaleza y con el plan divino de evolución nos traerá bienaventuranza y armonía según la Ley de Consecuencia que se deriva de la Voluntad de Dios.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (V)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:10

La virtud puesta en práctica trae felicidad y dicha, pero todo aquello que no lleve a esta felicidad y dicha no es virtud. La persona llena de virtudes siempre estará en lucha con el mal ya que la felicidad está unida a lo justo como la miseria está relacionada con lo injusto. De hecho, la persona justa es más feliz actuando justamente (aunque le resulte doloroso) que actuado con una maldad que la prive de la paz interna, porque la injusticia causa más remordimiento y angustia interna que placer personal o externo. El sendero de perfección que el aspirante espiritual debe recorrer es el sendero del Yo superior donde solo existe la felicidad, pero para hollarlo hay que desarrollar las virtudes derivadas del amor.



Si la virtud es una modalidad permanente derivada de la emoción del amor, y el defecto es lo mismo pero derivado del odio, para llevar a la práctica las de amor debemos tener claro que son las que atraen y unen a las personas, (sea en una familia, tribu, nación religión, etc.) mientras que las de odio son las que enfrentan y separan. El amor entre los miembros de una familia (como auxilio, servicio, cariño, etc.) aporta felicidad y armonía pero esto no puede ocurrir sin el cumplimiento del deber (entre otros) de dar o darse a los demás como obligación recíproca. El marido encuentra dicha en el matrimonio, al igual que ella, cuando hay un intercanbio de amor con esa intención, así se satisface la necesidad de amor mutua.


Es cierto que se dan casos de que una persona ame (como cumplimiento del deber de dar para satisfacer una necesidad) a otra y no sea correspondido y, por tanto, no haya armonía, pero en estos casos la solución justa es que se cumplan las obligaciones contraídas con esa unión y que se pongan en práctica las virtudes puesto que la virtud se deriva del amor. Viendo esta unión a través del odio diremos que, si uno hace mal a otro y éste se lo devuelve, crearán discordia y enfrentamientos serios. Es más, como cada uno espera el mal del otro, se atacarán mutuamente para ver quién debilita a quién, lo que llega a convertirse en vicio o hábito dentro del odio. Esto, a su vez, hace que cuando tengan ocasión estas personas actúen igual con otros inferiores y que incluso encuentre placer en su maldad.


Todas las emociones, incluyendo la emoción del amor, se trasforman y evolucionan. Lo mismo que en algún renacimiento la personalidad se impone afirmando que no existe ningún Espíritu y que sólo existe la materia o no-yo, en otros se impone el Alma con la intención de anular a la personalidad y afirmar que todo es Espíritu y es Yo y que, por tanto, no merece la pena pensar en el futuro. Tanto en un caso como en otro juegan un papel importante las emociones-deseos según sea su grado evolutivo pero, en ambos y como en todo lo demás, la mente y más concretamente la imaginación tienen una notable influencia. La emoción es el resultado de la relación que hay entre el deseo y la consciencia, por eso hay deseos que no se convierten en acto hasta que la consciencia no quiere aunque sí pueden permanecer en la imaginación aumentando su poder. Solo es necesario observarnos para ver la de cosas (relacionadas con deseos y emociones) sin importancia que tenemos en la cabeza y dónde utilizamos la imaginación para obtener placer y otras veces dolor.


Por esta razón es tan aconsejable auto-observarse y conocerse a sí mismo desde el nivel de la propia conciencia. Como ocurre en todo el universo ocurre en los diferentes vehículos que forman la personalidad, la energía es sólo una pero se manifiesta en diferentes modalidades, por eso y según el desarrollo de cada persona, así debe haber un control y transformación de la energía que forma el pensamiento, las emociones, los deseos, las palabras y las acciones. El aspirante espiritual avanzado no sólo controla en gran parte estas modalidades de la energía universal y personal sino que la transforma y eleva a niveles muy por encima de las emociones y pensamientos comunes. Las emociones, igual que la mente, deben reflejar los ideales espirituales y no dejarse dominar por las las fantasías de la imaginación, los que consiguen esto como lo hacen los místicos demuestran su serenidad y su paz interna; una serenidad y una paz que están por encima de las fuerzas de atracción y repulsión.


Es evidente que si queremos potenciar y crear virtudes a la vez que eliminamos defectos, lo más efectivo es actuar sobre las emociones para así cambiar el carácter. Una buena ayuda para conseguirlo es desarrollar y potenciar la emoción del amor a través de sus variadas modalidades (siempre y cuando se sepa hacer uso de la mente) puesto que el amor es la fuerza constructora del universo. El poder del amor se encuentra también en el Espíritu y por eso no solo no hay que restringirle sino que hay que utilizarle como medio de atracción ante el prójimo. Hay una frase muy explícita sobre el uso del amor en nuestra vida cotidiana que dice así: “Mirad a las personas mayores como si fueran vuestros padres, a las de mediana edad como a hermanos y a los niños como si fueran vuestros hijos.” Si cada uno de nosotros hiciéramos esto serían muy diferentes las relaciones familiares y comunitarias porque todos respetaríamos y ayudaríamos amorosamente más al prójimo.


No cabe la menor duda que el odio es contrario al amor, pero eso no significa que no tenga su parte positiva (todo mal es un bien en desarrollo) y que no se pueda transmutar. El odio separa lo que no puede estar unido y, por tanto, hace un bien al evitar el roce o enfrentamiento; prueba de ello son las parejas que terminan agrediéndose mutuamente. Por otro lado, cuando una persona no se ve atraída por otra y hay aversión, (hay repulsión, que procede del odio) el odio impide que la persona normal o débil, respecto a otra inteligente y malvada, caiga en las redes de la perversión. Esto, a su vez hace que cuando el débil (el que puede ser pervertido) evolucione moral y espiritualmente, transforme la aversión en compasión por el que le quería pervertir e incluso por todos los delincuentes. Es mucho mejor la intolerancia respecto al mal que la tentación de un vicio, es decir, es preferible la repulsión del que está dominado por el mismo vicio nuestro que la caída en la tentación de dicho vicio; la repulsión, en este caso, es más fácil de superar, y cuando sea así nos compadeceremos del vicioso.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (VI)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:13

Cuando sentimos repulsión por alguna persona es porque todavía queda en nosotros alguna huella de ese mismo vicio o defecto que ahora nos molesta y que estamos en vías de aniquilar de nuestra vida. De aquí que el ex fumador o el ex alcohólico (que tiene pleno control desde haced mucho tiempo) no sientan repulsión por los que fuman o beben, sino que más bien quieren aconsejarles positivamente y desde algún aspecto del amor. Según vamos hollando el sendero de perfección vamos amando por igual al pecador que al santo o quizás incluso más al pecador porque es éste el que más necesita nuestra ayuda. Es desde estos niveles de conciencia, desde donde se puede utilizar el odio como fuerza desintegradora de los obstáculos que surgen y que entorpecen nuestro sendero sin que surja en nosotros el sentimiento de separatividad. Cuando el aspirante espiritual ha trascendido lo personal es cuando puede hacer un uso correcto de las emociones de amor y odio porque en ese estado de conciencia se comprende que en realidad no existen como tal, o dicho de otra forma, están en un mismo nivel pero su origen es el amor divino o universal. Esto lleva al aspirante a practicar este amor con toda la humanidad.

El amor es la raíz y el fundamento de cualquier virtud y es el medio de unión entre todas las Almas, o sea, el sendero que lleva a una conciencia superior. Pero en los pocos evolucionados es sólo un instinto que lo mismo trae placeres que odio personal. El amor en estas personas siempre suele llevar algún tinte de egoísmo, por eso y hasta que se desarrolle el amor impersonal, todavía debe pasar mucho tiempo. Dios es amor y es el único Yo que abarca todos los yos y cuando alcanzamos la conciencia del Yo individual es cuando conocemos el amor que nos une a los demás en cuerpo y alma. Solo así podemos observar limpiamente la naturaleza de los deseos-emociones, de nuestros pensamientos, de nuestras palabras y de nuestras acciones.

El control y cultivo de las emociones es tan importante como el de los pensamientos porque tanto unas como otros repercuten en el cuerpo físico (sistema nervioso y otras funciones del organismo) y gastan energía sin necesidad. No hay mejor método para ello que la disociación y la atención profunda y analítica para después sustituir o trasformar lo que no se desea mantener. Lo que no se debe hacer es reprimir las emociones porque, como el agua retenida, las emociones terminan por encontrar una salida. La observación es imprescindible para poder separarnos de las emociones y analizarlas desde la consciencia, entonces se debilitará su dominio. El análisis sirve para poder agruparlas en alguna de las categorías de amor u odio, y a partir de ahí podremos comprender si estamos en la línea de la atracción o de la repulsión. Tanto desde el dominio de las emociones como desde el de los pensamientos podremos cambiar nuestro carácter y comenzar a dirigir nuestro destino voluntaria y conscientemente.

Veamos como la emoción es la reacción del cuerpo físico a la mente: Si advertimos un peligro de alguien que nos quiere hacer daño es fácil que manifestemos coraje y deseo de responder a la agresión o quizás sintamos miedo, pero de una forma u otra estamos concentrando una energía a la que llamamos emoción, y esta emoción afecta al cuerpo físico si no es controlada. Esto es así porque estamos identificados constantemente con las emociones (como ocurre con los deseos, con los sentimientos y con la mente) y cuando más identificación haya más nos dominan, de ahí la necesidad de separarlas conscientemente y analizarlas para poder controlarlas.

No olvidemos que también atraemos hacia nosotros las vibraciones de lo que somos, así, una persona irascible atraerá vibraciones similares de las auras de las personas que le rodean y aumentará su irascibilidad por no decir que atraerá y tendrá problemas con personas similares a ella. Esto ocurre en la mayoría de las personas de forma inconsciente y por eso hay que situarse en la posición de “observador consciente”. Una vez que se toma consciencia de que la emoción (o de sus efectos en el cuerpo físico) no somos nosotros, si queremos la podemos dejar ahí puesto que lo importante es que nos hemos hecho conscientes de lo que era inconsciente. Si un patrón o hábito de pensar se refleja en el cuerpo emocional éste manifestará una emoción pero también se reflejará de nuevo en la mente, y así seguirá ocurriendo hasta que, desde el “recuerdo de sí” o propia conciencia, nos situemos como observadores y utilicemos la mente a nuestra voluntad para hacer las transformaciones necesarias para la separación definitiva del Yo del no-yo o personalidad. Cuando desde esta posición nos hacemos conscientes de los pensamientos y emociones negativas estamos favoreciendo el hecho de que no nos puedan dominar y también el florecimiento consciente de las virtudes que nos traerán paz, felicidad y amor entre otras emociones.

La filosofía oculta facilita suficiente información sobre los vehículos del Ego y más sobre el cuerpo de deseos y emocional como para interesarse seriamente por aprender a despertar emociones positivas para hacer el bien a la vez que evitamos las negativas con tal de no hacer mal. Razonando lo que en estos párrafos se está exponiendo seremos capaces de evitar la creación de emociones negativas (odio, repulsión y otros defectos) en nosotros mismos y en los demás a la vez que nos analizamos para manifestar las de naturaleza positiva. Ante el orgullo de otros deberíamos actuar con humildad, ante el rechazo deberíamos ser simpáticos y amistosos, etc. Lo que no se debe hacer, por ejemplo, es manifestar desprecio ante el que tiene miedo o es tímido ni mostrarse orgulloso o egocéntrico ante el orgullo de otro. El amor, la humildad, la benevolencia o la compasión son emociones que sirven como respuesta para casi todo.

También y aunque parezca más difícil, se pueden encontrar soluciones ante los problemas emocionales que puedan surgir en el matrimonio o vínculo familiar. Este es el caso de la persona que se queja ante otra de falta de atención o cariño a la vez que la otra le acusa de lo mismo o de que no se comporta bien con ella. Lo primero que hay que hacer es analizar si hay superioridad, inferioridad o igualdad (como se ha explicado) entre ellos y comprobar si hay conformidad ente ambos para que la relación continúe, y lo segundo es que tiene que haber respeto, cariño y piedad de uno a otro según sean superiores o inferiores. Este es un caso muy común en la juventud cuando al poco tiempo de conocerse se demuestran y prometen amor para luego perderse el respeto y olvidar las atenciones de uno sobre el otro. Y es que si estuviéramos más pendientes de nuestras emociones no tendríamos porqué arrepentirnos tantas veces.

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (VII)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:14

Es importante tener en cuenta que todos vamos cambiando según cambian las circunstancias y según pasan los años y que, por tanto, las emociones cambian y necesitan ser controladas como ocurre respecto a la mente. Hacen muy mal las personas que pasan años rumiando y aumentando emociones negativas por no solucionar un problema con su pareja, amigo o compañero de trabajo. Tarde o temprano no podrá evitar que se manifiesten las peores emociones por no haber sabido transformar las primeras relacionadas con la repulsión o la indiferencia. Es necesario recobrar el equilibrio pensando que el contrario también está pasando por algo similar e intentar dar respuestas que contengan verdad ante las dudas. El examen por parte de cada uno de sus emociones darán la clave sobre si deben actuar desde el punto de vista de superioridad, igualdad o inferioridad pero siempre ha de estar presente la emoción del amor y de las virtudes correspondientes según sea el problema emocional del otro. Es imprescindible que quien desea solucionar el problema por medio del control de las emociones razone sus expresiones previamente y se olvide de los defectos de los demás implicados. A su vez, deberá analizar los defectos o emociones negativas del que quiere ayudar para manifestar él las que correspondan y beneficien; el deseo de auxiliar el respeto y el amor inegoísta serán de gran ayuda para alcanzar la reconciliación.

La valentía y la persistencia son necesarias para vencer al miedo que es la más inhibidora de todas las emociones y que tanto poder tiene en las personas y en muchas circunstancias. El miedo paraliza la iniciativa y si no hay iniciativa no podremos ayudar a nadie ni a nosotros mismos en nuestros deseos de superación personal y de espiritualidad. No olvidemos que las emociones tienen ramificaciones y que si no podemos aplicar la del amor podremos aplicar la simpatía o el cariño, etc. con tal de transformar otra negativa y perjudicial. Con el amor va unido el deseo y éste es un aspecto de la voluntad que debe ser usado de forma impersonal y para el servicio amoroso y desinteresado a los demás. El amor y el deseo no podrán ser eliminados nunca y, por tanto, de lo que se trata es de utilizarlos para unir al que ama o desea con el o lo deseado o amado; es decir, para liberar de emociones negativas a una persona o a nosotros mismos con tal de encontrar la unión y la armonía.

La emoción es como una fuerza que aviva a la mente e impulsa a las personas a la acción, pero quien no controla sus emociones se ve golpeado y zarandeado de un sitio para otro entre gozos personales y materiales y entre otros sufrimientos. Estas personas se expresan por instinto, por impulso y sin razonamiento y, aun siendo personas compasivos y altruistas en ocasiones, mucho mejor les iría si analizarán hasta qué punto se dejan dominar por las emociones. Es muy fácil solucionar provisionalmente un problema o un sufrimiento por medio de una emoción negativa en vez de analizar las circunstancias y ver qué emociones nos están llevando a esa situación o qué emociones debemos expresar. El uso de las emociones negativas contra otros no nos pueden traer nada más que lo mismo por parte de ellos; solo el impulso amoroso complementado con las virtudes pueden solucionar un problema.

Una emoción de simpatía por parte de una persona compasiva es mucho más efectiva que muchas palabras de consuelo dichas sin discernimiento y sin el deseo sincero de servir o ayudar. La emoción debe ser la fuerza impulsora que busca la solución pero la guía depende más concretamente de la mente en su función de discernimiento siempre y cuando se haga voluntaria y conscientemente. La emoción impulsa a la acción y la razón debe guiarla pero es la consciencia o Yo superior quien debe imponer su voluntad ante las circunstancias. En las personas poco evolucionadas son las emociones las que dominan a la débil inteligencia y voluntad, pero quien de verdad quiera desarrollar sus virtudes latentes debe desarrollar la razón y la voluntad para gobernar sobre sus emociones.

La mayoría de las personas (y más aún las emocionales) no se dan cuenta de que su aura y el medio ambiente donde suelen estar están tan cargadas de emociones que interfieren y cambian enormemente lo que llega a su mente. Por tanto, lo que llega no es exactamente lo que perciben los sentidos, de ahí que se diga que las cosas se ven de acuerdo al color del cristal con que se miran. La desfiguración que hacen las emociones en nuestra aura es precisamente lo que hace que muchas veces obremos y juzguemos erróneamente lo que no nos gusta y positivamente lo que nos gusta. Las emociones y los deseos hacen que tengamos argumentos para seguir una línea de conducta siempre que nos guste o, por el contrario, nos hunda en la miseria. Las emociones pueden hacernos tan ciegos que no admitamos las expresiones de otros por el simple hecho de no coincidir con las nuestras, pero no nos queremos dar cuenta de que esas expresiones u opiniones contrarias pueden ser beneficiosas para nosotros precisamente por ser emociones diferentes a las nuestras. Es aquí donde debemos tomar nota de nuestras emociones con la intención de transformarlas una vez pasadas por el filtro de la razón y siempre que no estemos turbados por otras negativas.

Una de las cosas que cambiaron en mi carácter a partir de comenzar a estudiar la filosofía oculta fue el hecho de dejar de reírme tanto como lo hacía. El conocimiento de la Ley de Consecuencia, lo que ocurre después de la muerte, el propio conocimiento adquirido y la responsabilidad, han hecho que no me deje llevar por la emoción de la risa tan fácilmente y que razone más antes de hablar. La gente suele reír mucho (sobre todo donde hay progreso y dinero) cuando no tiene problemas que le preocupen o cuando no tienen ciertos conocimientos que les hagan reflexionar sobre sus expresiones, por eso, muchas veces las palabras ofenden y la risa es motivo de burla. Una cosa es reír y mostrar felicidad por que cumplimos nuestros ideales espirituales o porque nuestros deseos y sentimientos hacia el mundo son buenos y nos llenan de gozo, y otra por la burla o los chistes contados con irresponsabilidad o por palabras malintencionadas con tal de hacer gracia. Analizando seriamente lo que acabo de decir nos podemos dar cuenta de que la mayoría de las bromas llevan un tinte de superioridad respecto a alguien, pero eso no es lo peor, lo peor es que la broma pude ser un acto de la imaginación y los presentes la pueden interpretar de tal manera que se burlen del que sufre la broma. Llegando un poco más lejos podríamos decir que, a veces, incluso bromas sin maldad pueden ser tomadas a mal por quien sufre la burla para después crear emociones de repulsión o desprecio.

La burla es más propia de personas vulgares y de poca consideración y respeto hacia los demás, mientras que el respeto y la educación son fruto de una mente noble y de un carácter leal y responsable. La ternura que alguien que consuela a otro muestra puede ser causa de sonrisa, incluso la tristeza ante otro que sufre puede ser motivo de sonrisa con tal de ayudarle con nuestras buenas palabras. Las carcajadas subidas de volumen pueden ser muestra de poco desarrollo y de mucho descontrol en el que se cree superior y diferente del otro, mientras que la sonrisa puede proceder del sentimiento de unión con los demás. Esta es la diferencia entre el que actúa como personalidad y el que está en el camino de la individualización espiritual, entre el Yo y el no-yo. Hay veces en que la envidia, el odio o el rencor son los que actúan ante otros hiriendo a alguien con tal de hacer reír, por tanto, más vale auto-observarse con humildad para ver cómo nos expresamos que no hacer reír o reírnos por la irresponsabilidad de nuestras emociones, pensamientos y palabras.

Basándonos en lo dicho en estas últimas líneas, tenemos que resaltar cómo las palabras pueden hacer mucho mal cuando se basan en emociones sin control y no son razonadas por la mente. Las palabras dichas así pueden causar rechazo, odio, rencor… y han llegado, a veces, a ser motivo de guerras o enfrentamientos serios. Incluso unas palabras basadas en emociones negativas respecto a otro pueden causar toda una serie de emociones y pensamientos perjudiciales en el ambiente donde se encuentren las personas. De aquí que se diga que el silencio es oro, ya que con las palabras van las emociones personales como son la vanidad, la superioridad, el orgullo, la envidia, etc. Quien razona antes de hablar es porque está controlando sus emociones y está creando un carácter nuevo, sabiendo así lo que va a decir, sabiendo que es cierto y que beneficia a la otra persona, y diciéndolo con educación y respeto.

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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (VIII)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:14

Es muy aconsejable no mentir pero también lo es ser responsable hasta el punto de no herir aún teniendo la intención de ayudar o aconsejar. Las palabras deben estar basadas en buenas emociones y pensamientos y deben ser verdad, agradables y, si se puede, auxiliadoras. Las personas que por ser francas hablan bruscamente, con indiferencia o sin escrúpulos tampoco hacen bien pues, lo inútil, grosero y superfluo hacen poco bien y demuestran qué clase de emociones dominan. Más vale el buen callar que el necio hablar, se suele aconsejar a los que hablan mucho diciendo tonterías y derrochando energía según sus bajas emociones. Mucho mejor efecto tiene el silencio que produce paz y que no ofende ni desanima a los presentes.

No hay que temer al silencio que se produce por pensar antes de hablar porque con la práctica no se pierde y beneficiará. Las prisas y la impulsividad tampoco son buenas respecto a lo que estamos tratando, la paz y la armonía interna ayudan a ser prudentes antes de expresarnos o de pasar a la acción. Ceder ante un repentino o violento impulso emocional demuestra el poco control y la falta de discernimiento que tenemos. El discernimiento y el hecho de pensar antes de actuar nos lleva por el camino de la intuición para que ésta nos beneficie ante un hecho grave o urgente. Dejarse llevar por lo que llamamos normalmente impulso emocional (procedente del cuerpo emocional o de deseos) es dejarse llevar por una energía precipitada e irreflexiva que no ha pasado por el filtro de la razón.

Por el contrario, la intuición es una energía pacífica, fuente deliberada que procede del Yo superior, de aquí que, con la práctica, el impulso ceda ante la razón, la calma y la paciencia. Es muy cómodo dejarse llevar por los impulsos emocionales por no decir que incluso molesta luchar contra ellos, pero cuando hollamos el sendero de perfección y vencemos estos aspectos del carácter nos damos cuenta de su importancia. Tiene más goce y causa más felicidad vencer estos defectos y alcanzar la paz interna y la calmada reflexión que ceder ante esos impulsos emocionales que tanto nos hacen pensar, actuar y sufrir.

La falta de control y razonamiento emocional no termina aquí. Cuando el aspirante espiritual ha comenzado a hollar el sendero también se deja llevar por la imaginación y otras emociones, creando así toda una serie de fantasías y pensamientos, muchas veces equivocados, sobre otros que le rodean. Este derroche de energía por pensar que, por ejemplo, se comportan mal con nosotros, hace que surjan emociones perjudiciales para la convivencia entre aspirantes. Es mejor tomar el dolor que nos puedan causar estas personas como una deuda kármica de nuestro destino que dejar que las emociones nos invadan y descontrolen; y es mejor actuar en forma de servicio a los compañeros que no crear emociones de repulsión o separación.

Si nos dejamos llevar por la personalidad separatista y sus imaginaciones, deseos y emociones estaríamos alentando el mal en las mentes de quienes nos rodean y debilitándonos ante las peores emociones que pasarían a dirigir nuestras vidas. El sendero de renunciación es duro pero lo cierto es que el hombre puede superarse, transformarse y elevarse desde los más bajos deseos y emociones hasta los niveles más elevados de conciencia. Se trata de individualizarnos y elevarla la conciencia cada vez más con tal de que la personalidad deje de engendrar emociones perjudiciales como el orgullo, la vanidad y otros que, a veces, dominan al aspirante. Por el contrario, no deberíamos dejar de fomentar la fraternidad, el amor, la compasión, la humildad, etc.

Quien desee obtener ayuda de este estudio sobre los sentimientos y las emociones debe saber que no conseguirá nada hasta que no ponga manos a la obra y tenga claro en su consciencia que sus emociones no son él mismo, sino que estas sirven para impulsar a los otros cuerpos por medio de la acción y reacción del Yo sobre el no-yo. Debe tener claro que el placer y el dolor son manifestados en el cuerpo de deseos como respuesta a los contactos del mundo externo y que la respuesta que da el Yo (como felicidad interna) a través de dicho cuerpo, así como los pensamientos a través de la mente, son emociones debidas a contactos similares dados por el Ego como conocimientos. El placer tendrá más poder que el dolor (y el amor más que el odio) según el Yo se conozca a sí mismo y se separe de sus vehículos para actuar sobre ellos como voluntad y conciencia. Llegará el día en que las emociones y deseos perturbarán la mente y ésta las utilice para crear felicidad, lo que no significa que se pueda librar del dolor o placer que corresponda kármicamente. Entonces las emociones serán de gran ayuda porque del dolor se obtendrá poder y del placer vitalidad e iniciativa. Quien controla sus emociones las siente a voluntad y las hace sentir porque escoge intencionadamente las palabras y gesticula adecuadamente para ello. Mientras alguien se vea dominado por las emociones no podrá mantener la firmeza y la paz necesarias para ayudar o hacer un buen servicio en pensamiento, palabra y obra.

Sabemos que los cuerpos de deseos transmiten las vibraciones de sus contenidos a las personas que le rodean, por tanto, quien no haya progresado lo suficiente en el control de las emociones, reproducirá dichas emociones en sí mismo si tiene dichas vibraciones, sean de ira, de amor o de lo que sean. Este conocimiento facilita al aspirante espiritual la posibilidad de poner más voluntad a diario en analizar sus emociones para transformar las negativas y responder con las que correspondan a las personas con los que se ponga en contacto. Está claro que cuando más tranquilo se encuentre uno (a la vez que emite emociones y pensamientos que contrarresten la negatividad) mientras está entre otros que se expresan de forma descontrolada o violentas, más control tiene sobre sus emociones. Así, el aspirante responderá a la violencia con palabras de paz y armonía, a la irascibilidad con paciencia y simpatía, y a la maldad con la benevolencia y la amistad.

Esto llevado a la práctica durante cierto tiempo creará un hábito en el cuerpo de deseos y este responderá automáticamente sin necesidad de estar tan pendiente de él. La regla del aspirante en este sentido sabiendo que el mal aumenta el mal, es que el bien le neutraliza y si se persiste lo transforma. El aspirante que desea servir amorosa y altruistamente se dedica a enviar emociones, deseos y pensamientos de amor, compasión y consuelo a todo aquel que lo necesita. Donde quiera que nos encontremos estamos como Alma y dueño de nuestros vehículos físico, emocional y mental, luego entonces y sabiendo que aspiramos a ser dignos hijos de Dios, ¿por qué no comenzar ya a utilizarlos para nuestros propio bien y para neutralizar el mal que hay en el mundo?

Francisco Nieto
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MensajeTema: LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL (IX)   LAS EMOCIONES EN EL DESARROLLO ESPIRITUAL  Icon_minitimeSáb Nov 08 2014, 22:15

La falta de control de las emociones también es un obstáculo para la meditación, para la concentración, para calmar la mente y para distanciarnos de la propia personalidad en el papel de observador. Por tanto, se trata de cambiar el hecho de que las emociones se hagan conscientes por hacernos nosotros conscientes de ellas como ocurre respecto a la mente y a sus pensamientos. Además, tenemos un segundo motivo para esforzarnos en dominarlos, y es que las emociones negativas nos causan sufrimiento y aquí la única y más sencilla solución es tan simple como dejar de hacerlas resistencia. Está claro que estamos dominados por aquello con lo que nos identificamos y mientras estemos identificados con las emociones estaremos dominados por ellas y no nos permitirán ver y vivir nuestra realidad.

En nuestra vida cotidiana solemos responder más de forma automática que de forma razonada y, como es lógico, nos equivocamos muchísimo más en las automáticas e instintivas que en las respuestas razonadas. Esto ocurre, principalmente, cuando las emociones negativas afloran en un momento dado (según lo que esté ocurriendo en ese momento) y nosotros actuamos a la defensiva, como sería el caso de tener que encontrarnos con alguien con quien tuvimos un problema y discutimos. Es en estos casos donde la reflexión y la atención deben advertir la presencia de la emoción negativa, actuar frente a ella (no ofrecer resistencia) y dejar un vacío entre el motivo para que surja la emoción y el surgimiento mismo de la emoción. Cuando más consigamos que este espacio vacío crezca, más observación atenta podremos hacer y más discernimiento podremos aplicar. Cuando no se ejerce un control como ese, las emociones nos pueden hacer sufrir, (como ocurriría en el ejemplo mencionado si tuviéramos miedo a esa persona) por eso, esta práctica de crear un intervalo para la reflexión, previene que respondamos en acciones incorrectas que generan o aumentan los conflictos internos. En sentido contrario, cuando, gracias a ese espacio para la reflexión, transformamos la emoción, hay una mejor comprensión del problema y, por tanto, la reflexión se hace precaución y expresión apropiada.

Por consiguiente y como norma, se trata de hacer una pausa temporal cuando notemos que va a surgir una emoción negativa para así poder poner nuestra atención plenamente sobre ella. En principio se trata de evitar que obligue a expresarnos de cualquier forma, de manera impulsiva y sin razonamiento alguno, para poder valorar y reflexionar lo que está sucediendo dentro de nosotros. Como esto no se consigue tan fácilmente, sería bueno que el interesado o el aspirante espiritual comiencen por tomarse en serio esta práctica y la lleve a cabo con atención y persistencia en momentos y circunstancias especiales. Esta es la mejor manera de romper con esos habituales condicionamientos para así poder responder con calma según lo programado por nosotros mismos para cada momento en que sabemos que puede surgir una emoción dominante que nos haga sufrir. Como este ejercicio hay que hacerlo con calma es aconsejable que cuando surja la excitación emocional (si surge) se hagan unas respiraciones profundas. De cualquier forma, se trata de percibir esas sensaciones de una forma atenta y detallada para que la emoción se exprese dentro del espacio que hemos creado.

A continuación debemos observar a la emoción de forma familiarizada y directa con la intención de tomar consciencia de si se ha producido algún cambio físico (tensión muscular o nerviosa, etc.) con tal de relajarlo. Otro estudio o análisis interesante que podemos hacer en ese momento es observar la causa que produce el surgimiento repentino de la emoción (personas, pensamientos, recuerdos…) para así identificarla (miedo, ira, venganza, rencor…) y hacer que pierda poder; porque el hecho de observarla y ponerla nombre hace que pierda poder. También es importante que nos auto-analicemos y nos preguntemos ¿qué nos obliga a hacer la emoción? ¿cómo nos comportaríamos si nos dominara? para después observar sin juzgar y sin hacer resistencia hacia ella. Es importante observar, si hay y cómo es, el sentimiento de rechazo hacia la emoción y cómo surge la resistencia hacia ella a modo de defensa. Por tato es mejor que la emoción se exprese tal y como es para que, cuando baje su impulso, podamos separarnos de ella como lo que es, algo ajeno a nosotros sobre la que tenemos poder. Es cierto que la emoción se mantiene activa mientras pensemos en ella o en su significado pero, cuanto más la observemos sin emitir juicio y como algo ajeno, más fuerza perderá y más poder tendremos sobre ella para la próxima vez que se manifieste incluso antes de que ocurra.

Si alguien piensa que esto sirve para poco (lo mismo podríamos decir respecto al control de los pensamientos) yo le pregunto ¿qué necesidad tenemos de dejarnos dominar por la rabia, el rencor, la envidia o el orgullo entre otros muchos? ¿por qué sufrir por todas esas cosas que nos atan durante muchos años? ¿no es mejor observar, analizar y luego actuar o no según las circunstancias? Si hay que actuar, deberá hacerse consciente y voluntariamente desde la posición de observador, pero después y tengamos el resultado que tengamos, siempre habremos ganado posición y fortaleza para la próxima vez. Cuando se obtiene cierto dominio en esta práctica, es decir, cuando estamos en armonía y equilibrio, la respuesta puede ser rápida, pero cuando no es así o la emoción es fuerte, entonces es preferible esperar y actuar como se ha dicho. Lo que nunca se debe olvidar es que si queremos controlar las emociones, hay que estar “conscientemente presentes” para ver lo que pasa pero sin perdernos en ello. Una metáfora del monje vietnamita Thich Nhat Hank dice que ante la imagen de una madre que consuela a su hijo acunándole en sus brazos, la madre somos nosotros y el niño representa la emoción que queremos tranquilizar. En esta metáfora, por tanto, vemos que la madre comprende y acepta lo que le pasa al niño para luego consolarle dándole cariño; así el niño se calma y deja de llorar.

Con esto quiero decir que, aunque parezca una tontería, el hecho de hacernos consciente de una emoción por medio de la plena observación, la emoción se relaja o baja de intensidad. Así un afecto que se haya convertido en pasión puede volverse afecto otra vez por el simple hecho de observarla y crear un concepto claro y distinto. Esta es una forma de relacionarse y tratar a las emociones negativas porque con ese método evitamos la reacción emocional no razonada, conseguirnos estar presentes como observadores de la emoción pero sin identificarnos con ella, o dicho de otra forma, vivimos la emoción pero no nos dejamos llevar por ella. Volviendo a lo dicho anteriormente (y que también sirve para los pensamientos) sobre crear una pausa o espacio vacío entre el surgir de la emoción y la observación de la misma, conseguimos tranquilizar dicha emoción gracias a esa pausa. El fin es dejar de identificarnos con el contenido del espacio (la emoción) para identificarnos con el propio espacio vacío.

Las emociones tienen una influencia muy importante sobre el cuerpo físico y sobre la mente, pero cuando, progresivamente, se van dominando desde la consciencia gracias a la actitud de “observar conscientemente”, pueden ser evitados muchos males. La consciencia, unida a la voluntad, son un reflejo del Espíritu en la personalidad y, por tanto, a través de ellas se puede hacer mucho bien, tanto a nivel mental como emocional. El odio, la ira, el miedo y otras muchas emociones negativas dejan una gran huella en los cuerpos sutiles o etéricos y está demostrado que son el origen de muchas enfermedades. Es cierto que hay enfermedades cuyo origen está en otras vidas y por eso son difíciles de curar, son karmas maduros que debemos afrontar para aprender algunas lecciones, pero no siempre es así. Desde nuestra infancia, (aunque traigamos cierta predisposición de carácter como resultado de otras vidas) nuestros cuerpos comienzan a recibir impactos y enseñanzas (de padres, de colegios, de la cultura del país, de hábitos, de las relaciones sociales, etc.) que se graban como hábitos y formas de actuar y de responder automática, y dependiendo de su naturaleza así actuaremos más o menos desde la consciencia y con voluntad o, por el contrario, estaremos dormidos y nos dejaremos dominar por todo lo dicho respondiendo como autómatas y dejándonos llevar por las corrientes emocionales y de pensamientos.

El resultado de esto último sería el desequilibrio y la desarmonía que, a su vez, repercutirían sobre la salud, vía cuerpo etérico y cuerpo emocional. Las emociones negativas así como la represión de las mismas tienen un efecto perjudicial sobre el sistema nervioso, endocrino, molecular y celular, de aquí la necesidad de hacernos conscientes de lo que sentimos y pensamos con tal de crear unos nuevos y positivos patrones de vida. Es necesario que nuestra vida esté rodeada de hechos positivos pero más importante es aún que sepamos crear y expresar la alegría, la amistad, el amor, etc., porque estas emociones nos aportarán salud, armonía y paz interna. Vivir la vida desde el punto de vista de las emociones es una experiencia que nos ayuda a cambiar los patrones del carácter, a comprender a los demás y a ver la vida desde un ángulo superior. Llenemos, por tanto, nuestra consciencia presente en cada momento con las emociones más elevadas que podamos expresar y seamos un ejemplo de vida para los demás.

Francisco Nieto
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