A finales de 1700, después de la guerra de Londres, muchas de las mujeres que trabajaban para comerciantes, fueron despedidas de sus empleos, para permitir el acceso a sus puestos, a los más de 130.000 militares que regresaban derrotados de las Américas.
Dada la precariedad del momento, muchas se vieron obligadas en la necesidad del hurto y la pillería, como medio de subsistencia, llegando incluso a la prostitución. Totalmente abandonados por el gobierno, muchas indefensas fueron detenidas y condenadas, con penas de unos 7 años de cárcel, delitos insignificantes tales como robo de zapatos, utensilios domésticos y necesidades de primer orden. Un sistema jurídico enloquecido que agravado por la pobre economía, hizo de las cárceles un alarmante hacinamiento de detenidos.
El hambre, el caos, y la fiebre tifoidea, hacían mella en un gobierno que optó por ampliar el castigo, como mera salida a un sistema carcelario, completamente colapsado. La próxima ola de detenidos, fue condenada a 7 años más allá de los mares, en una nueva colonia prevista, en Nueva Gales del Sur, en la actualidad Sidney, (Australia).
El primer buque partió con multitud de hombres condenados, que serían utilizados para los trabajos duros. Un reducido grupo de militares se encargaría de supervisar y planificar, la nueva construcción de la colonia.
Un año más tarde partió el segundo contingente, el buque, La señora Juliana, dirigido por el comandante Thomas Edgar, que había navegado con James Cook, en uno de sus últimos viajes. El navío Transportaba suministros, gente especializada en agricultura, y 237 mujeres condenadas por las insignificantes penas. Estas fueron enviadas para aliviar la tensión sexual en la mayoría de los hombres del asentamiento así como para garantizar el futuro crecimiento de la población de la colonia.
Sin embargo, el viaje que duró aproximadamente 1 año de vela, fue sucumbido ante los fervientes deseos de una tripulación que era adulada y provocada, por unas astutas y fogosas mujeres, de talante negociador. Irremediablemente La dama Juliana, se convirtió en un inesperado, prostíbulo flotante.
Mediante un arreglo jerárquico, unas ofrecían sus servicios a los oficiales, otras en cambio se encargarían de hacer un viaje más ameno y un poco más caro a los marineros. Indudablemente muchas mujeres quedaron embarazadas, algunas de ellas incluso dando a luz en el mismo trayecto. Tras llegar a Sidney Cove en 1790, encontraron una zona demacrada y unos militares sorprendidos, por el aumento considerable de los tripulantes de la embarcación. Fue el comienzo de una nueva época de fundadores del nuevo mundo.
http://elbauldejosete.wordpress.com/2008/12/01/el-burdel-flotante/